sábado, 4 de febrero de 2012

Rubalcaba, nuevo líder del PSOE

Rubalcaba. Esa ha sido la decisión de los delegados del PSOE. Carme Chacón pierde por segunda vez (si contamos la retirada para las elecciones pasadas) y el partido elige al candidato que sí se enfrentó a esas elecciones perdidas de antemano y que, efectivamente, salió derrotado de las mismas.

¿Es por un ello un error la opción de los delegados? No tiene por qué. Que Rubalcaba cayese estrepitosamente el 20-N no significa que no pueda seguir siendo la mejor opción dentro del partido. Y recordemos que el Congreso de este fin de semana no elegía al próximo candidato (como Chacón quería dar a entender en su discurso, mirando a las futuras elecciones) sino al Secretario General que dirija la transición hacia un proyecto nuevo. La verdadera pregunta es: ¿alguno de los dos candidatos representaba ese proyecto nuevo que refundase al partido? Ahí ya hay más dudas. Uno, por su largo pasado en sus filas, y la otra, por su posible falta de liderazgo dentro y fuera de la organización. En realidad ambos hablaban de cambio y nueva etapa, pero ninguno se iba a enfrentar a renovar el partido de pies a cabeza (desde miembros hasta ideología) porque en ese caso tendría las de perder ante los varones que sí dominan la formación.

¿Cuál es el problema de Rubalcaba? Que afronta su Secretaría General con una derrota estrepitosa a sus espaldas y con un pasado demasiado extenso en el partido como para hacer creer a la gente que con él se pueda cambiar nada. Posiblemente esta es una creencia errónea, pero hay que mencionarla pues es la de gran parte de la sociedad. Lo que no debe hacer es pensar en las próximas elecciones. Todavía no. Tiene muchas cosas antes de eso estos cuatro años que nos esperan.

En cualquier caso, hemos asistido a un Congreso que pretendía recuperar la fuerza mediática de un partido derrotado. “Este es un partido fuerte” han sido las primeras palabras del ganador. Unidad, cambio, trabajo, oposición, proyecto nuevo, Andalucía, Asturias, referencias que se esperaban ganase quien ganase. El mensaje estaba claro desde el principio: hemos sido humillados en las urnas, tenemos que recuperar nuestra imagen como primer partido de la oposición. Que estuviese todo orquestado para ese fin (desde el mismo partido hasta algunos medios de comunicación) es otra cosa.

¿Y qué pasará ahora? Pues ahora los ciudadanos escucharemos un discurso de izquierdas, una oposición de izquierdas (al menos más real que la postura de los últimos años) tal como empezamos a ver en la última campaña electoral. Una vuelta a propuestas progresistas y volcadas en los ciudadanos, una acérrima defensa de éstos frente a las grandes fortunas y empresas, un amparo del Estado del Bienestar, una crítica a las medidas neoliberales, a los recortes, a la privatización.

Y nosotros, los ciudadanos que nos fiamos de nuestros políticos y nuestros medios de comunicación, nos lo creeremos y recuperaremos la confianza en ese partido; un partido que, aunque parezca lo contrario, tuvo 8 años de Gobierno para hacer lo que ahora dice que hay que hacer. ¿Será esa la sincera refundación del partido o simplemente será el papel que ejercerá como oposición para recuperar una confianza perdida? Porque para refundar el partido tiene que haber un cambio general, tiene que haber un inicio casi desde cero, tiene que haber una revisión histórica de lo que se ha hecho y lo que se ha dejado de hacer, tiene que haber una autocrítica presente en cada decisión y cada comunicado que se emita.

Y aquí surgen dos problemas: 1) El propio partido, que quién sabe si está dispuesto a afrontar ese proceso de verdad (de verdad de la buena) y 2) los medios de comunicación que, con su presión constante, con sus prisas, con su búsqueda y reclamo de resultados, propuestas y decisiones inmediatas, no van a dejar que ese proceso fluya con la lentitud y profundidad con la que debería hacerlo.

Veremos qué ocurre.

viernes, 27 de enero de 2012

Mi balance del curso

En el presente curso destaco una cosa por encima del resto, algo que siempre me ha gustado en la Universidad y que en esta asignatura se ha potenciado de una forma u otra pero en gran medida. Y es que en esta asignatura, ha sido con los alumnos y con su trabajo y con sus intervenciones en los debates con lo que más he aprendido. No quiero con esto desmerecer el trabajo del profesor, pero creo que es muy positivo, y sobre todo constructivo, que sean los alumnos los que enseñan, porque es una forma de demostrar que nosotros, aun siendo estudiantes, tenemos muchas cosas que decir. Ese es mi balance general y lo que más valoro en este curso que ya toca su fin.

lunes, 16 de enero de 2012

Fraga y la memoria social

Dinosaurio le llamaban algunos. Héroe de la democracia otros. Todos recordarán hoy su destacado papel en el franquismo, su posterior importancia en la Transición y la fundación de su partido, el PP. Sus críticos pondrán mayor hincapié en un punto y sus defensores en otro, pero siempre guardando esa distancia prudente con la verdadera crítica profunda pues, socialmente así está determinado, criticar se entiende como no respetar el duelo. Y es que llegar a esa profundidad en la crítica supone llegar a más cuestionamientos que no sólo tienen que ver con una persona, sino con un Sistema en sí, el nuestro.

¿Cuántos recordarán que estamos ante un personaje que, como tantos otros, se escudaron en ser los directores de los pasos hacia la democratización para presentarse como los renovados y renovadores y no como los franquistas que durante tanto tiempo habían sido y eran? ¿Pudo haber una ruptura completa con el Sistema anterior si los padres del actual formaron parte de aquel? Acabaron siendo los buenos de la película, los reformistas, ¡los constitucionalistas!, pero también los que se habían dado cuenta de que era posible seguir en el Poder en un sistema democrático sin tener que pasar por el banquillo. Porque que yo sepa, todavía ninguno de los padres de la Constitución, en especial éste del que hoy toca hablar, ha pagado absolutamente nada por su oscuro pasado con su amigo y admirado Francisco Franco. Se convirtieron a la democracia, aceptaron sus bases –creadas por ellos mismos- y limpiaron un currículum digno de ser revisado por la Justicia –entre otros, con un doctorado en Vitoria el 3 de marzo de 1976 y con prácticas en el Ministerio de Gobernación-.

Sus discípulos, esa cúpula que hoy nos gobierna, se unieron al mentor en ese silencio que trata de sepultar un pasado muy cercano. De su boca no ha salido condena alguna, si bien se la reclaman a otros por otros motivos. Lo cierto es que son muchos quienes tienen que condenar algo, unos y otros, y no es legítimo –por lo menos no es moral- pedir algo que tú mismo incumples.

Y hoy, hoy todos nos acordamos de Fraga. Porque todos tenemos memoria. Aunque unos tienen una y otros otra.

lunes, 9 de enero de 2012

Teoría del desarrollo capitalista, de Sweezy. Capítulo V

Capítulo 5: La acumulación y el ejército de reserva

No tiene sentido alguno la producción en sí misma si ésta se reduce sólo a eso, a producir. Es necesaria la venta y distribución del producto para obtener el beneficio deseado para el capitalista. Es la demanda de mercancías lo que otorga estabilidad al Sistema, ya que ejerce como balanza de equilibrio entre el capital gastado en la producción y el capital destinado al consumo, la balanza entre oferta y demanda. En este sentido, el capitalismo funciona en una dinámica de reproducción simple, donde la producción es la oferta de mercancías y cuyos ingresos generados se reparten, como decíamos en el capítulo IV en torno a los valores nombrados: medios de producción, fuerza de trabajo (salarios) y plusvalía.

Eso sería una perspectiva teórica, puesto que desde una visión práctica, la cercana a la realidad, nos demuestra que el capitalismo opera en una reproducción ampliada, ya que el capital vive en un continuo proceso de almacenamiento y acumulación en torno al circuito DMD que citábamos en el capitulo IV atribuyéndoselo a Marx. ¿En qué se traduce esto? En una constante reinversión para amplificar el beneficio que se obtiene de la plusvalía. El beneficio necesario para la reinversión de medios y salarios es sobrepasado enormemente para sacar más provecho de la plusvalía. Así se ejerce presión sobre la demanda de mercancías, modificando el precio de las mismas (olvidando su valor real) y permitiendo la explotación sobre el trabajador.

Aquí aparece lo que Marx denomina el ejército de reserva, que vienen a ser los trabajadores desocupados que, en dicha situación de competencia como población activa, ejercen presión que se traduce en reducción de salarios (al haber población desocupada y dispuesta a trabajar, el capitalista puede jugar con los salarios, bajándolos, y amenazando así al obrero ocupado para que este decida entre seguir trabajando con un salario menor o perder el puesto que van a cubrir los miles que vienen detrás). Puede vaciarse este ejército de reserva si se produce una apertura de nuevos mercados o industrias. Así, el obstáculo que evita la subida de salarios se derrumba. En cambio, el ejército se reconstruye en cada periodo de crisis, donde el paro amenaza a la población ocupada y ésta acaba por aceptar cualquier condición para evitar convertirse en el ejército de reserva. Marx habla de las máquinas y de su entrada en el mercado laboral como factor clave a la hora de generar este ejército de reserva (las máquinas sustituyen a trabajadores que pasan a ser desocupados) pero vemos como en la actualidad, al empresario le valen muchos otros factores para engordar ese ejército. a este respecto Sweezy destaca la idea errónea de suponer que la acumulación o bien la introducción de las máquinas para ahorrar trabajo marche a un paso igual, como para mantener un equilibrio entre los salarios y la plusvalía.

Teoría del desarrollo capitalista, de Sweezy. Capítulo IV

Capítulo 4: Plusvalía y capitalismo

El sistema capitalista se nutre de una parte esencial, que son las mercancías dentro del sistema de producción. No sólo la producción de las mismas, sino también su distribución. La obtención de beneficios a raíz de esta producción es la base del capitalismo. Eso sí, que el capitalismo suponga la producción de mercancías no significa que la producción de éstas impliquen un sistema capitalista. Sweezy se cuida mucho de hacer notar esta diferenciación. Mediante la producción de mercancías, cada productor posee sus propios medios para dicho proceso; en cambio, en el capitalismo, los medios son propiedad de alguien externo, un tercer agente que se convierte en propietario y explota sus recursos para obtener dicha producción mediante el trabajo de otro (el obrero).

Otra diferencia reside entre ambos conceptos reside en el fin de los mismos. Mientras en la mera producción de mercancías, el productor vende su producto para comprar otros y así satisfacer necesidades básicas. Generan, así, un sistema de movimientos o transacciones (mercancía-venta-dinero-mercancía) que Marx denomina MDM. En el capitalismo los medios de producción llegan a ser objeto de cambio, en tanto fuerza de trabajo, y por lo tanto portadores de valor de cambio. Es decir, el proceso se invierte: el capitalista primero posee el dinero, compra la fuerza de trabajo y la mercancía y, tras el proceso de producción, acude al mercado a obtener nuevamente dinero. De modo que la designación también se invierte a DMD, donde la segunda D es, lógicamente, mayor que la primera siendo el dinero el principio y el fin de este circuito. Ese incremento entre la primera D y la segunda, es lo que Marx denomina “plusvalía”, siendo el beneficio que obtiene el capitalista y su incentivo primordial a la hora de producir. En resumidas cuentas, el capitalismo ha convertido el dinero en un fin en sí mismo y no en un medio.

La plusvalía no proviene del proceso de circulación de mercancías (una variación en el precio desequilibraría e en el mercado la curva de oferta y demanda en perjuicio del ofertante), como tampoco de los materiales y la maquinaria empleados. Es decir, que la plusvalía proviene de la fuerza de trabajo (que es una mercancía más). Marx expone el siguiente caso: un trabajador en las 6 primeras horas de trabajo reembolsa los gastos que el capitalista tienen por él, pero en una jornada de 12 horas, las 6 restantes que el trabajador hace son un excedente de trabajo, y ello se traduce en la plusvalía de la que obtiene beneficio el capitalista y no el trabajador.


El valor de cada mercancía, por tanto, se puede según Marx dividir en tres partes: capital constante (valor de los materiales y maquinaria sin alteraciones cuantitativas en su valor) capital variable (el valor de la fuerza de trabajo que sí sufre alteraciones en la producción al producir excedente) y la plusvalía en sí misma. Queda la fórmula de la siguiente manera:

C+v+p= valor total

De ella se derivan la tasa de plusvalía (la proporción de trabajo excedente con respecto al necesario) que Marx denomina tasa de explotación; la composición orgánica del capital (es una medida de la amplitud en que el trabajo es provisto de materiales, instrumentos y maquinaria en el proceso de producción, o lo que es lo mismo, es una relación de capital constante (c) con capital variable (v) en el capital total usado en la producción); la tasa de ganancia (proporción de la plusvalía respecto al desembolso total de capital). Los factores que actúan en las tres fórmulas descritas son idénticos.

miércoles, 4 de enero de 2012

Recomendación cinematográfica: Un lugar en el mundo

Un lugar en el mundo (1991) de Adolfo Aristarain.

Estamos perdiendo nuestro carácter local. Eso es lo que pone sobre la mesa esta gran película argentina. Estamos siendo absorbidos por el poder de los fuertes, caemos ante sus presiones y perdemos lo que hemos amado toda la vida, lo que sentimos que es nuestro y que hemos construido con nuestras propias manos. Han convertido ese “nuestro” en algo que no es rentable, de modo que pasamos nosotros mismos a abandonarlo. Han conseguido que lo que era real, lo que se podía alcanzar, lo que se podía construir, ahora pase a llamarse utópico y obra de un soñador idealista, cuando hasta hace dos días eso era posible y palpable -siempre y cuando hubiese voluntad de llevarlo a cabo-. Han acabado con nuestros valores y nuestro sentimiento comunitario. Han aumentado nuestra dependencia de lo externo, de lo superior; hemos bajado un escalón en libertad aunque nos han hecho creer lo contrario. Somos menos libres que ayer.

Y no nos damos cuenta. Seguimos construyendo un mundo globalizado donde las diferencias entre unos y otros (esas diferencias que tanto nos enriquecen como seres humanos) van diluyéndose a favor de unos hábitos únicos, unas únicas costumbres y una sola forma de pensar y vivir. Si uno se fija, cada vez existen menos diferencias entre caminar por la Gran Vía de Madrid y hacerlo por Oxford Street en Londres. Lo general se ha comido a lo particular. ¿Alguien foráneo sabe decir a qué sabe el café londinense? No vale contestar a Starbucks. Las grandes empresas, las grandes marcas, esas con nombres universalmente conocido como H&M, Zara, McDonlads, Pans&Company o Bershka ganan terreno sobre los negocios locales, que tienen que echar el cierre al no poder competir. Y esos cierres apenan, no porque la tienda o el bar que se va fuese increíble y de calidad excepcional, sino porque, incluso siendo malo, tiene algo especial que lo hace único, que lo convierte en un establecimiento local, cercano y excepcional. En Madrid la última noticia ha sido el cambio del histórico Tío Pepe de la Puerta del Sol por una tienda Apple. Por una iTienda más, como tantas otras que hay por todo el mundo.

Ahora que se lleva tanto el discurso de los emprendedores, ¿cómo compatibilizar ese mensaje de ayuda a los jóvenes emprendedores al mismo tiempo que se está vendiendo el mundo y las posibilidades de mercado a las grandes corporaciones? Incoherencias dentro de un mensaje político que sólo piensa en rédito electoral y no muestra la realidad tal como es: cada vez tenemos menos capacidad de maniobra local.

Un lugar en el mundo; un pequeño rincón utópico que se ve sumido como tantos otros a desaparecer y formar parte de los métodos de explotación y propiedad de los grandes propietarios. En esas estamos. Cada uno añorando ese pequeño rincón y viendo cómo desaparecen uno tras otro. Y es que, por muy antinacionalista que uno se sienta, siempre acaba saliendo cierto amor por una tierra en la que se ha construido una vida, un sentimiento más local que nacional. Mientras tanto, vemos cómo ese espacio es suplantado por un Sistema que todo lo come, que todo lo cambia y lo convierte en uniforme aquí, en Nueva York o en Berlín.

domingo, 1 de enero de 2012

2011, año cero de la desobediencia mundial

Un año más echa el cierre. Y en éste, no puedo estar más de acuerdo con la revista Time y su elección de personaje del año. El manifestante ha sido sin duda el protagonista del 2011 y eso nos tiene que hacer pensar. Si el protestante ha sido la figura clave es porque las cosas no funcionan bien, ni aquí, ni en ninguna parte del mundo. Hay algo que no cuadra del todo por mucho que así se quiera presentar.

Nuestro Sistema hace aguas, por un lado o por otro, pero la gente no lo soporta más. En algunos lugares pesa la falta de democracia (regímenes árabes), en otros la falta de democracia disfrazada de tal (Rusia, Occidente), en otros es sobre todo el funcionamiento económico (Occidente) y en otros es el aparato estatal (Chile, Occidente).

En especial la Primavera Árabe, que ha demostrado que los regímenes, por muy autoritarios que parezcan, son cambiables y se pueden derrocar. El Poder depende de las personas que éste somete; cuando ellas se cansan, la supervivencia del Poder tiene los días contados. Simplemente es necesario que las personas se den cuenta de que están cansadas y quieran actuar para tomar el mando. Ha demostrado que el ejercicio del Poder tiene un límite y que la represión –el mayor arma de un Estado- se vuelve insuficiente para luchar contra las masas si éstas se ponen de acuerdo en cambiar su situación.

Pero aquí, en casa, también se han demostrado muchas cosas. Los tertulianos que todo lo saben dirán que no se ha conseguido tanto, preguntarán que dónde están los resultados prácticos de las protestas, que qué se ha construido. Los más ineptos incluso preguntarán que cómo se llama el partido político que recoge esas ideas. La pregunta es: si este Sistema ha tardado décadas en construirse, ¿por qué creen que la alternativa va a crearse en semanas y meses? ¿Por qué tienen prisa? Recuerdo ahora las palabras de Galeano, palabras no textuales, que vienen a resaltar la importancia del camino recorrido en busca de la utopía. La utopía está ahí, es el fin, pero sólo por lo que se haya andado ya ha merecido la pena ponerse a caminar. Ya se llegará, no tengan prisa ustedes, primero toca despertarse. Reunirse. Conocer. Crear afinidades. Compartir posturas. Abrir mentes. Descubrir. Y luego, después de todo eso, ya se construirá lo que se tenga que construir. Ahora, no lo olviden, primero se empieza por destruir lo presente. Y ese paso, por muchas prisas que metan, está aún nada más que iniciado.

En cuanto a Occidente se refiere, el dato más revelador que nos debe indicar la pobredumbre del Sistema es el simple hecho de ver que en Estados Unidos, cuna de este Sistema, la gran mayoría de ciudades importantes se han levantado en protesta por cómo se están haciendo las cosas. En Los Ángeles, en Washington y en Wall Street, símbolos del capitalismo más liberal, las nuevas generaciones han salido a decir NO.

Por eso, este año, que ha sido tan pesimista en muchos sentidos -con el euro en peligro, con las primas de riesgo desbocadas, con los recortes, con los especuladores dirigiendo en la sombra, con los gobiernos acatando, con la represión policial en todo el mundo, con el aumento de la corrupción política e institucional, con el aumento de la pobreza mundial y la desigualdad (entre clases, dentro de la misma clase y a nivel mundial), con el hambre, con las guerras y con ese sinfín de noticias que cada día nos vienen a señalar la violencia que nos rodea (no sólo física) y a decir que vamos hacia un mundo/Sistema peor-, también ha sido un año que nos ha cargado de esperanza e ilusión y, hoy sí, podría decir en voz alta y con orgullo que 2011 puede considerarse el principio del cambio, el despertar de una sociedad universalmente adormecida que empieza a tomar conciencia, después de décadas de Bienestar social-apoltronamiento-aburguesamiento generalizado, y se levanta para cambiar la realidad ya que aquella –la sociedad- sabe que ésta –la realidad- no es tan idílica como nos vendieron.

Lo mejor de todo esto, sin duda, es pensar que el domingo empieza un nuevo año, un 2012 que bien seguro será una continuidad de éste que dejamos y una segunda parte (que no última) de todo lo que aquí se ha escrito.

Por un 2012 más rebelde y desobediente.