lunes, 14 de noviembre de 2011

La concepción del mundo


La concepción del mundo puede ser tan plural como culturas haya en el planeta. Cada sujeto, dentro de su ambiente social, ve el mundo según se le ha enseñado a verlo. Es por eso que un indígena de tierras centroamericanas tiene mucho mayor apego a la naturaleza que le rodea, o un asiático que siga los pasos de doctrinas morales naturalistas, que un occidental caucásico acostumbrado a poseer lo que tiene a su alcance y a manipularlo a su antojo, a veces incluso acabando con él. Es por ello que la concepción del mundo no es algo estudiable positivamente. Pero sí se puede relacionar el funcionamiento, los valores, las jerarquías, y la estructura de una sociedad según conciba esa sociedad el mundo. Son hechos relacionados.

La historia nos ha demostrado que, pese a la pluralidad de concepciones que pueda haber a lo ancho y largo del planeta, es una única forma la que ha dominado nuestra existencia. Se da la situación de que es precisamente la forma impulsada por Occidente la que ha triunfado, la que ha dominado. La concepción occidental (cristiana) del mundo es aquella que nos hace creer que el mundo es nuestro, que ha sido puesto a nuestro antojo para que sobrevivamos. Al principio era para eso, para sobrevivir, pero una vez cubiertas las necesidades básicas que nos lo permitían, el mundo se entendió como un escenario dispuesto a ser explotado para cubrir nuestras necesidades (ya no básicas). Es decir, el mundo pasó a ser una herramienta a nuestro alcance, una herramienta sumisa que estaba (y está) bajo la dominación del hombre, que hace con ella lo que crea conveniente. La concepción del mundo por tanto nos lleva a una cuestión de poder y dominación que ha marcado el camino de la historia del hombre hasta nuestros días.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Una crítica a la ciencia según G.Longo

En la primera lectura, del autor Gino Longo, se nos presenta la siguiente pregunta ¿Qué es la ciencia? El autor deja claro la finalidad de la misma; la ciencia no debe limitarse a describir la realidad sino que debe dar un paso más y explicarla. Añade, a su vez, que toda ciencia y toda explicación de la realidad debe partir de sí misma, sin añadir elementos ajenos o externos. Debe, dice el autor, “reconstruir idealmente, en el pensamiento, el esquema de desarrollo de la realidad, un esquema en el que cualquier objeto aislado halle su lugar y su explicación”. Claramente, Longo viene a decir que todo es explicable y sobre todo, que todo tiene su razón, su lógica y su por qué.

En segundo lugar, estoy de acuerdo con la idea que proyecta Longo según la cual el conocimiento no puede ser un fin, sino que éste es la acción. Acción que debe nacer de ese conocimiento previo que actúa como camino, como vehículo y no como objetivo. Efectivamente es así. Y es más, gran parte del conocimiento, por no decir su totalidad, pierde su utilidad si no encuentra una acción que lo desarrolle. Para un servidor se convierte en vital la lógica del Saber para Hacer, Conocer para Cambiar, Aprender para Actuar. Las primeras partes de estas premisas carecen de sentido funcional si no se llevan a cabo las segundas. Ahora bien, aquí llegamos a un punto del texto que es preciso criticar. El autor diferencia, separa y limita las funciones del hombre de ciencia y el hombre de acción, como si su unión fuese imposible. ¿Acaso el que enseña no es un hombre de ciencia y acción?

Un último punto a analizar sería la colectividad del pensamiento y la praxis. Longo deja claro que para que esta última tenga éxito es necesaria una acción colectiva. Así es. LA praxis colectiva es más efectiva, más eficiente y más beneficiosa para el ser humano. De hecho se podría decir que la praxis colectiva es uno de nuestros pilares como seres sociales que somos. Por otra parte, el autor no ve de igual forma el pensamiento. Bien es cierto que biológicamente el pensamiento “es y no puede ser más que individual”, pero también sucede que ese pensamiento individual nace, en muchas ocasiones, del resultado de otros pensamientos de otras personas que rodean al individuo en cuestión. ¿Esa interconexión de ideas, razonamientos y conclusiones no tienen cierto carácter colectivo? Para Longo no es así; no es un acto tan grupal como para denominarlo un acto colectivo. No lo comparto. Creo que el conocimiento individual es de hecho imposible si no se realiza ese acto colectivo de aprendizaje, de mezcla de pensamientos externos. Es cierto que la conclusión final que forja el conocimiento individual la hace uno mismo interiormente, pero todo lo anterior, todo ese proceso de aprendizaje, no puede no ser un acto colectivo. Y lo son, precisamente por lo que dice el propio autor, porque son fenómenos sociales.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Grecia hace temblar al mundo

Tras la iniciativa de Papandreu de convocar un referéndum para que el pueblo griego decida si acepta o no los acuerdos de la semana pasada en Bruselas, el mundo entero ha temblado. Tiemblan los políticos y tiemblan los mercados.La comunidad internacional no está dispuesta a que los ciudadanos helenos echen por tierra unos acuerdos que situaban a Grecia entre la espada y la pared.

La cuestión es que hablamos de unos acuerdos que fueron negociados por este país en una clara posición de debilidad y todos sabemos qué pasa cuando en una negociación uno tiene más poder que otro: el segundo acaba acatando las condiciones del primero porque no le queda otra. Y lo que ha ocurrido con Grecia es que esas condiciones han sido, desde un principio, imposibles de cumplir porque se marcaron unos objetivos utópicos (¿reducir el déficit en cantidades industriales en un tiempo ultralimitado? ¡Venga hombre, se necesitan años para eso!). Y es ahora la ciudadanía griega la que ha de decidir si acepta esas condiciones o no.

La prensa, al menos la española (el New York Times defendía este jueves en su editorial la consulta popular) se ha alineado del lado de los mercados y ha puesto el grito en el cielo, llenando sus páginas con el discurso del pánico, criticando a Papandreu y su locura ("error colosal, iniciativa disparatada" se leía en algunos medios) y culpando a Grecia de todos los males que le puedan ocurrir a partir de ahora al euro. Qué fácil parece encontrar culpables.

Quizás la consulta popular llegue tarde, quizás Papandreu tenga otras intenciones ocultas detrás de esta propuesta y quizás las dos opciones que se dan a elegir a la ciudadanía son catastróficas, pero aún así, los ciudadanos griegos han de tener el derecho a poder elegir si quieren mierda o mierda con salsa de tomate.