lunes, 26 de diciembre de 2011

Fuenteovejuna y las divisiones internas en los partidos

La última semana ha sido movidita políticamente hablando. Sobre todo, destacar un hecho que se ha demostrado en público y que durante tanto tiempo se ha intentado negar y ocultar: en los partidos políticos existen divisiones internas.

Uno al leer esta introducción podría pensar que nos referimos al cruce de manifiestos del PSOE. Y sí, aunque sólo en parte. Lo que está ocurriendo dentro del primer partido de la oposición es algo normal después de la catástrofe electoral del 20N. Hay alineamientos, surgen/reaparecen grupos y la gente se posiciona entorno al que cree que puede salir adelante.

Lo mejor para el partido, y para el sistema político en sí, es que de esa discusión saliese un discurso sobrio, elaborado y totalmente renovado que supusiese una reformulación de las bases del partido. El problema está en que, ni la discusión que se está teniendo es seria (no es una división tan real como se presenta: unos piden autocrítica y otros asumen esa autocrítica aunque piden no desvincularse del pasado), ni los medios ayudan dándole bola al asunto como si de una polémica de tratase. Los socialistas cuentan con un añadido: tienen un mes para el próximo Congreso y quieren solucionar estos asuntos en dicho Congreso o incluso antes, como si la solución fuese a llegar tan inmediatamente. Lejos de la realidad, esa solución, y ese discurso sobrio, elaborado y renovado del que hablamos, tienen que llegar tras una profunda y larga reflexión que, sin ninguna duda, es imposible tener en un solo mes. Los medios presionan, pidiendo ya nuevas ideas y la construcción de un discurso (como siempre, metiendo prisas innecesarias) pero la cuestión es que ni los propios socialistas parecen querer tener esa reflexión. No sólo eso, sino que al final, lo más probable es que la discusión pase de ser una reflexión de las bases y los estatutos, a una lucha encarnizada de poder, de alineamiento según beneficio personal (“yo te aseguro este cargo”) y demás manifestaciones venenosas que tanto proliferan en los partidos políticos y que son las que llevan a pensar eso de que son formaciones podridas en su interior.

Pero no sólo en el PSOE hay divisiones. Siempre se ha dicho que el Partido Popular aglutina a toda la derecha española, o al menos a su mayoría. El mensaje que se ha dirigido desde este grupo político es el de Fuenteovejuna, todos a una. Unidad conservadora frente a dispersión izquierdista. Una vez más, la realidad es bien distinta. Y esta semana, aunque los medios no lo hayan destacado como tal, se ha podido demostrar la profunda división existente en el PP. La foto de los nuevos Ministros lo delata. Mariano Rajoy se ha rodeado para su Ejecutivo de sus más allegados, de gente de confianza, de fieles, de leales. Esas han sido las palabras más leídas en los periódicos. Y sí, es verdad. Pero lo que no se ha destacado es que esa reunión de amigos que parece ahora el Consejo de Ministros, se debe a que Mariano Rajoy no cuenta con apoyos dentro del partido. Rajoy es un hombre que ha conseguido votos pero que sigue sin ser alguien apoyado internamente. No se fía de nadie dentro del PP porque sabe que no tiene mucha gente de confianza en él. De ahí que la foto de La Moncloa sea un claro ejemplo de las divisiones intrapartidistas.

Claramente hay bandos dentro de los populares y Rajoy le ha dado puestos de poder a los suyos, olvidándose de quienes le han dado de lado dentro de su propia formación. La cuestión será ver si esa gente de confianza, además de eso, es gente efectiva y preparada para el cargo que se le ha asignado. Eso el tiempo lo dirá y será asunto de otro texto.

Lo que aquí nos intriga ahora es saber cómo le habrá sentado a los rechazados no formar parte del nuevo máximo grupo de poder, porque no hay que olvidar que esos rechazados son, seguro, gente que durante los últimos tiempos se han mordido el puño para resignarse y apoyar a Rajoy en público y darlo todo, a lo Fuenteovejuna, en las elecciones. Después de haber hecho ese –llamémosle- esfuerzo, recibir la espalda (lógico por otra parte, puesto que Rajoy no debe ser un tipo con poca memoria) en el reparto de poder, debe sentar como una patada en la entrepierna.

El problema de fondo reside en que al final, las divisiones internas de los partidos –no hemos hablado de Izquierda Unida, porque en esa formación este asunto es para dar de comer aparte- no sirven para demostrar la pluralidad interna que hay, ni tampoco es el cauce de un proceso democrático interno que debiera existir. Todo lo contrario. Estas divisiones terminar por ser luchas de poder en las que cada uno se posiciona no por el bien del partido, ni de su ideología, ni por un sentimiento moral-ético de cara al ciudadano al que representarán, sino para proteger sus intereses propios y escalar en el partido en busca de cargos importante. Y a quien pierde en esa pugna de poder, se le llama disidente, rebelde y se le margina y olvida dentro de la formación. Sí, así son nuestros partidos y quienes los forman. Y hasta que eso no cambie, nuestra democracia (como la mayoría de democracias occidentales) será pobre y falsa.

martes, 13 de diciembre de 2011

Música y realidad social: "No en mi nombre", Habeas Corpus

Ni cuantitativa ni cualitativamente,
no ha existido en la historia otro sistema igual a éste,
igual de desigual, igual de destructivo,
igual de fraticida, criminal y genocida.

Sin necesidad de cámaras de gas,
sin tener que usar ni purgas ni gulags,
el neoliberalismo hace lo mismo,
lo mismo, eso sí, hecho de un modo distinto.

Los pobres son los nuevos enemigos,
el nuevo pueblo elegido para el martirio,
la carne indolente, el defecto del milagro,
los protagonistas del más moderno exterminio.

Ni Hitler ni Stalin mataron como hoy matan
los ahora mandamases de la economía-mundo,
sus víctimas se cuentan
por millones en todo el mundo.

No en mi nombre. Paradlo ya.
Parad este holocausto, este nuevo holocausto.

La solución final se vuelve a reactivar,
conjugando clasísmo y racísmo una vez más.
La solución final desprecia otra moral
que aquella que bendice y justifica el capital.

Paradlo ya.

Tanto objetiva como subjetivamente
el neoliberalismo es un modelo decandente,
lo es en esencia y en apariencia,
lleno de contrastes y de contradicciones.

Un infierno en la tierra en cuya entrada pone
"el que entre aquí que abandone toda esperanza",
la esperanza es sólo propiedad de aquellos
que también son propietarios del dinero.

Todo, todo está relacionado,
el desarrollo es gracias al subdesarrollo,
la organización mundial del comercio,
el Banco Mundial y el Fondo Monetario

Conforman el nuevo triángulo de las Bermudas,
que engulle países por la deuda externa.
Creando bolsas de pobreza
que inundan de esclavos el nuevo "El Dorado".

No en mi nombre. Parádlo ya.
Parad este holocausto, este nuevo holocausto.

La solución final se impone como la mejor de las recetas,
como la única verdad.
La solución final pretende eliminar lo que llama el sobrante,
su cupo de indeseables.

No uséis mi nombre.

No me lo manchéis de sangre.
No uséis mi nombre, no me lo manchéis de sangre.
No uséis mi nombre y no me hagáis responsable
de vuestro crímen, de vuestro execrable crímen.
No uséis mi nombre, no.

Parádlo ya.

Parad este holocausto, este nuevo holocausto.

No uséis mi nombre.
No me lo manchéis de sangre.



He elegido esta canción porque plasma nuestro presente y futuro: una situación a la que hemos llegado y que en gran media (en parte sí) no hemos elegido nosotros, los ciudadanos de a pie. Sí se podrá decir que la hemos elegido con nuestro voto en sucesivas elecciones desde hace décadas, pero con una diferencia: los que han acudido a votar nunca lo han hecho con toda la información con la que sí contaban a los que se ha elegido. Es ahí donde se ha engañado a la sociedad.

La verdad es que en líneas generales se nos ha arrastrado hasta aquí, a una situación que lleva más muertos y más desgracias que otros regímenes que han sido condenados por la historia. Éste no ha sido condenado sino que encima se presenta como la solución, como el menos malo, como el resultado bueno de luchas y guerras ya terminadas. Se presenta también como el único posible. ¿Por qué? Ese discurso se ha orquestado desde la SGM y ha ido calando en una sociedad que no ve que todo lo bueno que le ha ofrecido este Sistema es efímero y muchísimo menos beneficioso que los riesgos y los perjuicios a los que puede llevar. Ha hecho a una sociedad más egoísta y más individualista que sólo mira por sí misma. Y sobre todo, ha construido una sociedad mucho más destructiva con el mundo y con la sociedad misma.

Por eso este canto, estos gritos, contra este Sistema, esta forma de funcionar (porque no funciona) y contra sus consecuencias. Este canto para dejar claro que lo que está pasando, lo que se está haciendo y a lo que se está llegando, es culpa de unos y no de todos; para que no se ponga el nombre de todos en algo que es obra de unos cuantos.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Los nadie, más cerca de lo que pensamos

Hay personas, como los presos, la gente que vive en la calle o que pide en el metro,  que tienen la desgracia de estar dentro de sectores sociales mal vistos por la propia sociedad. Personas que no sólo tienen que vivir con el peso de malvivir día a día, que ya es bastante duro, sino que encima tienen que aguantar las malas miradas, los malos comentarios y la espalda de la mayoría.

Esa mayoría tiene un problema y es que actúa así porque no consigue verse en esa situación. Su vida presente es perfecta, o está en ello, y son incapaces de pensar que en cualquier momento se pueden dar las circunstancias para acabar así. Sin embargo, la mayoría lo ve como algo lejano, imposible, intocable. Craso error.

Esa mayoría lo que no sabe es que el Sistema en el que vivimos tiende a llevarnos cada vez más hacia esas situaciones. Las desigualdades sociales crecen, pero no sólo en sociedades diferentes como puede ser entre la española y la keniana, sino dentro de una misma, por muy avanzada y desarrollada que se considere. Son los síntomas que vemos día a día debido a la ideología liberal imperante y sus consecuencias se agravan aún más con la crisis (más que con la crisis, con las medidas que dicen estar aplicando para salir de ella).

A la par que aumenta la pobreza, el paro, el conflicto social y la tendencia a delinquir para sobrevivir, crecen las posibilidades de encontrarnos como esos sectores que ahora rechazamos y vemos con mirada distante.  A pesar de que los miremos como si fueran los nadie, estamos más cerca de lo que creemos de caer en su mismo agujero, de sufrir sus mismas penurias, de pasar su mismo frío y de tocar sus mismas rejas. Cualquier error, cualquier situación límite, cualquier casualidad nos puede llevar a su realidad. Podemos pasar de la noche a la mañana a ser los nadie y de ser así nos gustaría que esa mayoría nos dejase de mirar con ese desprecio y se quitase esa idea de su cabeza que les hace pensar que somos menos personas que ellos. 

sábado, 10 de diciembre de 2011

La historia de la humanidad es terror


Ahora que falta apenas un mes para cruzar el charco y mirar España desde el Oeste, dejo este formidable speech de una escena de Las invasiones bárbaras. Un discurso que plasma perfectamente la historia de la humanidad, una historia de dominados y dominadores, donde los segundos escriben la historia y se aseguran de que quede sólo rastro de lo que quieren. Cuánta falta hace una reconstrucción verdadera de la historia con la autocrítica y el reconocimiento de aquellos (nosotros) que tanto daño hemos hecho. Aquí os lo dejo:

“Contrariamente a lo que se piensa, el Siglo XX no fue particularmente sangriento. Las guerras causaron 100 millones de muertos, esa es la cifra aceptada, añádele 10 millones más de los gulags rusos, los campamentos chinos nunca se sabrán pero dicen que 20 millones. Llevamos 130-135 millones de muertos. No impresiona demasiado teniendo en cuenta que en el Siglo XVI los españoles y los portugueses consiguieron sin cámaras de gas ni bombas hacer desaparecer 150 millones de indios de América Latina. Eso sí que es un buen trabajo hermana, 150 millones de personas liquidadas. Usted dirá que apoyados por su Iglesia, pero hicieron un buen trabajo. Tan bueno que en América del Norte, holandeses, ingleses, franceses y luego los americanos se sintieron inspirados y degollaron a 50 millones de personas. ¡200 millones de muertos en total! La mayor masacre de la historia de la humanidad. Eso ocurrió aquí, a nuestro alrededor y no hay ni un triste Museo del Holocausto. La historia de la humanidad, hermana, es una historia de horror.” Remí, en Las invasiones bárbaras

lunes, 5 de diciembre de 2011

Recomendación literaria: ¡Basta de mentiras!

¡Basta de mentiras! es un libro cargado de verdades que ha tapado la historia desde el siglo XX hasta hoy. Coordinado por el incansable John Pilger, cada capítulo está protagonizado por un periodista que ha acudido allí donde le ha llevado el amor por su profesión: la información. Y lo ha hecho por voluntad propia, para cubrir la noticia por su cuenta, de manera independiente. Lugares como Vietnam, Dachau, Chechenia, historias como el accidente de Lockerbie, la realidad de los migrantes turcos en Alemania o la última Guerra de Iraq. Son procesos históricos que no son reales por lo que son, sino por lo que nos cuentan; porque los que escriben la historia bien se encargan de que se recuerde una verdad oficial.

Este libro rompe con esa verdad oficial y narra otra realidad de esos hechos, la realidad que se ha ocultado desde siempre porque es una realidad molesta para los centros de poder. En este proyecto, los periodistas se involucran en el acontecimiento, lo viven en primera persona y recogen información de primera mano. No hay filtros ni restricciones, no hay censuras. Por eso este libro sirve para conocer la noticia desde dentro. Y sorprende, porque poco tiene que ver con la que conocemos.

He escogido este libro porque creo que hoy más que nunca es una obra necesaria, indispensable. Lo que ocurre en nuestro mundo nos influye en tanto nos informan de ello. Y el problema es que cada vez se informa peor, cada vez más priman intereses ajenos a la información, contaminando a ésta. Por eso este libro, ¡Basta de mentiras!, contemos las cosas como son por respeto a la verdad, a la historia y a los ciudadanos del mundo, que tenemos derecho a estar bien informados para poder ser los actores políticos que somos. 

¡Basta de mentiras! El periodismo de investigación que está cambiando el mundo. John Pilger, RBA Libros (2007)