lunes, 10 de octubre de 2011

INDITEX, ¿modelo a seguir?

No hay duda alguna sobre la importancia en el mundo empresarial que representa un conglomerado como el de INDITEX en nuestros días. Con los años, el imperio de Amancio Ortega se ha abierto paso en el mercado convirtiéndose en uno de los referentes mundiales de gestión empresarial y comercial.

Las marcas textiles de este grupo han abaratado los precios de la ropa de moda a unos niveles accesibles a gran parte de la población, algo que años atrás podía considerarse impensable. Con esto, entre otras cosas, se ha conseguido diluir, al menos estéticamente, esa pequeña línea imaginaria que divide a las clases sociales. Gracias a grupos como INDITEX, hoy en día hasta el más rico puede vestir igual que el ciudadano medio y ambos individuos no dejan de ir a la moda. Parece, pues, que se ha popularizado la compra, la adquisición de bienes que antes se consideraban de élite, hoy son comunes. Indudablemente esto ha cambiado los hábitos de las personas, sus formas de ser y sus formas de sentirse en el mundo. Se ha creado esa sensación de pertenencia a una casta social superior, a una masa de la que no te puedes salir si no quieres sentirse excluido o marginado.

Ahora bien, es indispensable sacar a la palestra por lo menos dos preguntas. En primer lugar, ¿a costa de qué se ha conseguido todo eso? Que los ciudadanos medios de España y otros países industrializados puedan vestir con una estética atractiva y acorde al contexto en el que viven, que puedan disfrutar de esos complementos, que puedan sentirse hasta orgullosos de ello, tiene un precio. Quizás no un precio monetario, puesto que esas prendas precisamente si se caracterizan por algo es por su reducido coste en los escaparates. Pero sí un precio vital que se paga muy lejos de las tiendas donde esos productos se adquieren. Se pagan por ejemplo en Brasil  ( http://www.publico.es/dinero/393776/zara-citada-en-brasil-por-la-investigacion-del-trabajo-esclavo), por poner un vago ejemplo cercano en el tiempo. Es lo que tiene la llamada externalización del trabajo, con sus famosos bajos sueldos, amplios horarios y condiciones infrahumanas. ¿Es eso justo? ¿Es eso ético? Y, sobre todo, ¿Es eso imitable como forma de gestión empresarial?

En segundo lugar, ¿es cierto que ha mejorado la calidad de vida de la sociedad con este proceso de socialización de la moda? Evidentemente no. Lo que ha ocurrido es que se ha ido construyendo esa falsa sensación de bienestar, lo que ha ocurrido es que se ha alimentado ese afán por el consumo masivo e innecesario, lo que se ha impulsado es el culto por lo estético y novedoso, lo que se ha potenciado es el pensamiento reducido (“me resulta barato, de modo que es bueno para mi” sin pensar en que son otros, bien lejos, los que están pagando ese margen de precio que hace que para ti sea barato). Por no hablar de la calidad de las prendas en sí mismas, unas prendas de duración muy limitada con el fin de avivar la rueda del ComprarTirarComprar. Prendas tejidas para ser obsoletas en poco tiempo para reactivar la nueva adquisición en un periodo cercano. Hay dos principales motivos en esa reactivación: por un lado, las modas, que cada vez son más efímeras y se hace más necesario consumir lo último del mercado; y por otro lado la propia calidad de la ropa, que se desgasta, rompe y se vuelve inservible en lo que dura un bostezo. Basta comparar la calidad de unos pantalones de pana comprados hace 20 años con unos pantalones comprados en alguna de las tiendas de este grupo y ver cuánto duran unos y cuánto duran otros.

Por lo tanto, si reconocemos el éxito de empresas como INDITEX, si reconocemos su valor como creador de empleo, también debiéramos preguntarnos en qué se basa ese éxito y de qué se nutre. Qué formas y condiciones de trabajo hay detrás de lo que ha conseguido y si son precisamente esas condiciones las que han contribuido al éxito y a la posición privilegiada de empresas como ésta en el mercado. Veríamos que, desde el punto de vista empresarial, ese es el camino a seguir si se quiere estar bien posicionado en el mercado con grandes beneficios, pero desde el punto de vista humano, social, estas formas están muy lejos de ser las más recomendables para el desarrollo de la sociedad.

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